viernes, 19 de marzo de 2010

de paso por aquí

El sol partía en busca del horizonte, junto con el milenio, G.G. Videla máxima autoridad del país, hombre que partió con una coalición que incluía a los Comunistas, termino por declararlos fuera de la ley. En septiembre del 52 había elecciones, y el fatídico Allende iniciaba su primer intento con un cuarto lugar, frente a Ibañes, que gobernaría para un primogénito, fruto de un amor furtivo tras las cadenas de una pieza, en Miguel de Atero.
El de María Elena arrancando del caliche, lo trajo un padre esperanzado, en estación central un nuevo espacio, una familia abrían los brazos a un muchacho imberbe, de allí el reloj campana de nuestro comedor familiar, una añosa casa, por fachada, a la izquierda piezas, a la derecha un portón carretonero. Atrás una especie de patio comunitario con unas rejas en el piso, a modo de protección, por la izquierda, junto a la casa un brioso potro, entre sus patas, duerme la mona un tal chico, ebrio consuetudinario encargado del semental, que puesto como animal de tiro era un peligro constante, al golpe de guasca elevaba sus patas posteriores hasta golpear la carretela o mostrar las herraduras a su conductor. Son tiempos de despertar, soñar con la música, acariciar un piano, que no podía ser. Sacar notas al contraste de su teclado no era propio de varones, a menos que tuviera dudas de su conducta sexual. Un espacio de mucho movimiento pretorito de vida que no recuerdo, sí. El abuelo Coreo, su rostro perdido en el tiempo como el de tía Lala, a pesar de ser un recuerdo mas reciente. Ella me reconoció, al insistir en mirarme y yo sostener mi vista en una dama mayor, finalmente me habló, para luego llegar juntos a la casa, lo lamentable fue lo fortuito de su pasar por nuestras vidas y termino por desaparecer. No como los tíos, una vez que nos visitaron, jamas nos dejaron, con visitas reciprocas, hay una en particular los visitábamos en una casita que miraba al sur piezas por ambos lados con un pasillo al centro un patio trasero y más allá de el unos castillos de madera, que saltaban y producían un estrepitoso ruido a al son de un fuerte terremoto el del año 60, mi padre en el patio con las piernas entreabiertas con un par de hijos aferrados a la tela del pantalón.
Siendo un bebe, él dejó este hogar, atrás las aventuras de niño, sus sueños de piano, su colegio, situado frente al portal Edwards, en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en la que un Cristo sale a recibir al visitante, tenia ansias de vida, conocer el mundo quizás, él echo que inicio derroteros por esta tierra nuestra, conoció del campo, como la ocasión en que las piernas parecían no tener fuerzas, al escape de unos huasos a caballo, pero no estaba solo, su compañía no tuvo la suerte que a él le prosperó, fue atrapado y castrado según contó mi padre.
Ella, de Alhue su madre, Abristela mujer barbara, difícil para los demás, vencer su tiempo, erguida, siempre erguida, una chupalla para cubrir sus canas, un vestido siempre floreado protegían su piel tan agrietada como la tierra que trabajó. Mujer bondadosa con terceros, siempre protectora, hasta el extremo, como en ocasiones tapadera de calamidades producidas por el alcohol y otros devaneos, una buena madre. Su hijo Enrique, un hombre de bien, su mejor testigo. Y mi hermana, un día iba por la vida, la abuela la consoló, protegió en medio de una plaza al arrullo de los pajaritos y presento a mi madre, como la mujersita que siempre ella buscó, como abra saltado el corazón de mi taita, con el tiempo la verdad vio la luz, él era padre de dos hijos, con dos mujeres distintas al mismo tiempo. El conocedor de la vida, ella inocente, llena de esperanzas como el campo que la vio nacer, de Alhue la abuela vino a parirla en Aculeo, tierras llenas de hermosos recuerdos, su árbol, los caballos de su propio taita, su rostro resplandecía las ocasiones que hacia recuerdos y nos contaba de su campo su padre, las piedras lanzadas, fueron como su tiempo de corta trayectoria, los chunchules la harina tostada parte de sus jugarretas infantiles, el pan amasado, increíble ya era parte de sus juegos, decía hacer hornillos de arena, robaba harina a la abuela hacia pancitos y al cocerlos el horno se desmoronaba, y comenzar de nuevo. En esa casa una gracia del tío Ramón, los ratones son parte del sistema en el campo él prendió fuego a uno y se divertía mientras el animal corría hacia el granero, que termino quemado. De Aculeo la pasearon por la zona oriente, hasta llegar a S. Gutiérrez en Quinta normal. Vitrina para la fértil imaginación del hombre, que seria hombre de su vida. Pasado el tiempo la abuela se cambio a Cerro Navia donde siendo niños la visitamos por muchos años, en una casita que miraba al oriente construida en la parte posterior del sitio y toda la parte anterior un gran jardín, de múltiples flores. Nos íbamos a pié hasta cruzar la plaza de la población Roosbelt continuábamos al poniente cruzando una especie de baños y lavaderos públicos, un par de cuadras más y estabamos con la abuela. Pasado el tiempo antes de partir donde el creador cambio nuevamente el domicilio, el mismo que conoció finalmente el resto de la familia, donde cultivaba marihuana para sus canarios, la casa esta vez mirando al sur, la choza en la parte posterior, muchas plantas por delante, y aves por todos lados. Variados domicilios, para una mujer que acaparó para sí todos los años del mundo (114?)


Fui la cota primera, en todo tiempo, todo lugar, sus primeros desvelos, dolor de su carne, su gran dolor de alma, su hijo. Hijo natural, hasta el día que se casaron, además de pasar por el civil a mi madre, requisito previo para ese matrimonio. Si fui el primogénito, con un primer perro que no recuerdo, más mi madre contaba, que el perro y yo éramos uno, a la hora de morder
Que yo sepa corría el año 53, Ciudad Jardín Lo Prado, una población de la comuna de las Barrancas, los terrenos, al lado norte de San Pablo, sitios no urbanizados, cuya única modernidad consistía en unas estacas para deslindar las propiedades. Al sur de San Pablo cenizas volcánicas, con grandes cavernas, un canal corría paralelo a la avenida. Con el tiempo, sobre el canal y donde hoy es la bomba de Neptuno se instalo un matadero que lanzaba las entrañas de los animales al canal, en rededor de la casa todo era potrero plagado de espinos y una gran alfombra de yuyos.
Muy escasos los vecinos, y las primeras casas, un par de piezas de adobe. Como la nuestra, con unos metros de antejardin luego un par de piezas de adobe, allegadas al deslinde sur con vista al norte. La primera pieza con una ventana azul celeste su último color, mirando hacia la calle, desde donde nos vio mi madre el día que me traían en brazos con un pie vendado, producto de una caída en bicicleta luego de introducir los pies en los rayos producto del normal adormecimiento después de un largo viaje, sucedió en San Pablo delante de un bus (mitsubishi) frente al hogar de ancianos, se dejo la bicicleta en un taller de esa esquina y a la asistencia desde esa ventana ella clamaba por su hijo con las interrogantes de lo sucedido. Además de la ventana una puerta de madera hacia el norte, a continuación la segunda pieza con una ventana a todo sol frente a un campo resplandeciente y una segunda puerta hacia el patio posterior, al pasar el tiempo esta puerta tendría su propia historia forrada en diarios para detener el frío, detuvo además las iras de mi padre en sus tiempos de ebrio, las ocasiones en que no le gusto el alimento, y lo lanzó por sobre las primeras canas de mi madre, plasmando sobre el diario un abstracto de ocasionales sucesos.
Por piso, la fértil tierra, junto a muros de adobes retenidos entre maderos y alambres entrecruzados, por techo, fonolas, (frágil y obscuras escaras), que con el tiempo se gotearon, privilegiando el ingenio de mi taita, al llevar esas gotas hacia fuera poniendo bajo ellas laminas de persianas, como estos sucesos normalmente son nocturnos, los realizaba a medio vestir encaramado sobre lo que primero tomara, produciendo sombras cuasi deformes y aletargadas, producto del tenue destello de las velas.

Seria el año 63, hubo por esos días el temporal de mayores proporciones que recuerde, San Pablo era un desastre con los postes en el suelo producto del viento, los techos de algunos vecinos volaban como mortales navajas prontas a cobrar un cuerpo, de echo en otros lugares las noticias anunciaban ese tipo de tragedias. Fui mandado a traer cables de cobre para proteger nuestro techo de las inclemencias del viento.
En su interior, a pesar de lo precario, todo un calor de hogar, sobre el barro de los muros, un cuadro, con las espadas rendidas a la reina de Chile, (quizás de ahí mi nacionalismo) tras la puerta principal una cocina dos platos a parafina, quizás mis hermanos menores no la vieron, pero esta en su sangre, puesto que el mayor antojo de mi madre, su manjar más exquisito en los embarazos era degustar zanahorias en parafina, sus ansias eran tal que concluida la zanahoria chupaba sus dedos con un deleite total. Las mercaderías se guardaban en un bife, aparador para los extranjeros, una ocasión se soltó una puerta con tal desgracia, que lo hizo sobre mi pie, esa noche no dormí luego perdería mi uña, para el descanso nocturno camas de hierro con bolitas de bronce, con el tiempo, el padrino del lucho nos vendió unas con luz en el respaldo, una exclusividad para esos tiempos, hoy están tiradas en llo lleo.
Ella logra ornamentar los exteriores con múltiples plantas incluida una amapola bajo la ventana, además de achiras perritos, manzanillones lirios etc., luego un durazno a la entrada que casi no dio frutos un parron y más atrás un caque, que jamas arrió. Esas plantas eran mi selva, abarrotada de insectos, arañas etc. Las telarañas de una belleza embriagadora sutil, mortal. las vi crecer funcionar, mi entretenimiento atrapar todos los bichos posibles y ponerlos en mi insectario, con los años expropiado, lo vi sobre un banco lleno de documentos.
Al comienzo apenas tengo dos años, no retengo esa primera cama, lo más probable un somier con patas junto al velador de mis números, no logro visualizarlo, más estuvo, lo sé, pues retenía mis números hasta la llegada de mi padre para el interrogatorio pertinente.
A, e, i, … 1, 2, 3,…fantástica intención, conocimientos básicos decisivos para iniciar la escuela 228, de año en año, tabla a tabla se construyo mi escuelita primaria, con el tiempo fue básica, por esos días primaria, constituida por dos piezas de madera alquitranada, como sucede con el aceite linaza y la tierra, al frente un símbolo amarillo acusando una escuela preparatoria, un busto de Gabriela Mistral, y mi profesora Belina Estrugo, con el tiempo seria directora. Así crecía mi escuelita, tanto como la fama de un niño pugilista, no importa como ni cuantos siempre vencedor, luego traiga al apoderado, señora a su hijo le enseñan a boxear, esa actitud no la podemos admitir, y vuelta a pelear, ahora es una patota, todo un curso, los mando la Belina, alambres de púa cercan el colegio, por ahí hay que pasar, una oreja sangra, mama en la escuela te llaman.
El patio solo tierra, hecho para jugar a las bolitas (de piedra), el trompo, al pillarse, y el indebido caballito de bronce, por esos días era un niño normal lograba divertirme jugar. Hasta tener mis responsabilidades en un incipiente taller, dos anécdotas de mi escuela unidas al taller una percha de pino con tres palitos torneados, barnizada color natural como trabajo manual para el profesor Ramírez, lo otro fue anterior y me costo un disgusto de mi padre, fabrique un velero, que era mi orgullo, mi gran error llevarlo oculto en mi bolso de suela, para mostrarlo a mi profesora, era creativo, pero ya me mostraban la senda que por muchos años debía de andar. El uniforme, un overol color café, muy claro, un gran problema ese overol en tiempos de invierno, el exceso de ropa lo hacia parecer mas chico, pues costaba un mundo quitarlo, en especial las ocasiones que uno tenia cierta prisa en las casitas, pozos negros de mi escuela en esos años. Un día estando en clases, solicito permiso para ir a las casitas, voy y no logro quitarme el overol, vuelvo a clases, a los pocos minutos insisto en el permiso ante tal necesidad pero, no logro quitarme ese overol, así se me fue una mañana interminable, camino a la casa, en la carnicería de don Diego, mi cuerpo no pudo más, tras un dolor de parto escurrió por mis ropas la fétida tranquilidad.
Hay que ir a la costa, el abuelo Arturo, no lo sé, para allá vamos, caminando por tejas verdes, mi taita me hace pelear, tengo fama, debo collerear, no se quien gana, al menos no recuerdo perder, mi taita me critica, peleo de perfil, ¿por qué le volvías el poto? ¿le tenias miedo? Guardé silencio, pero era mi estilo, esa noche la pasamos allá, frías las sabanas son de un hotel. San Antonio, estuvimos antes en ese puerto, ella contaba, este retaba a los marinos, no lo sé, solo hay una pasarela, entre muelle y barco, hay un árbol en un patio, es conquistado estoy arriba, es muy atrás en el tiempo, mi taita lo sabe…
Recuerdo una clase en particular, de otro curso, observe una profesora dando clases de teatro, mostraba en la mente de los niños, lo que ahí no estaba, medio en puntillas el cuello muy estirado y la vista allá abajo al fondo de la nada, mientras yo practicaba en el patio mi deporte favorito, las topeaditas, montado sobre “el llañes” mi amigo delgado, alto, un poco más mayor la dupla especial, yo pequeñito, no pesaba en sus espaldas, a topear y vencer. Aprobé el quinto año en esta escuela,
La escuela se inicio con mi curso, y fue creciendo como crecía la población, es así como llegaron mis hermanos menores sobre un triciclo de hierro, bajo el manubrio y sobre la horquilla sobresalía una pechuga por donde lo atábamos para tirar lo que era la alegría de los niños al llevarlos al colegio.
Para el agua dos experiencias, una noria con diez metros de profundidad, una noria que esta en mi piel, los postres ahí se ponían a refrescar, cuantas veces, cuantas, sentado al extremo de una soga, pulso a pulso girando, al destorcer ésta, vi escurrir los muros, con esos hoyos a un lado, semejando un camino vertical. Lo otro fue un grifo, para la parte posterior y hacia el sur, hoy por hoy, los juncos las violetas y para traerla se hicieron progresos, un carretón de madera, incluso ruedas de madera con un canto de goma, un incidente añejo, callo el recipiente junto a Víctor al tropezar una rueda, se iba a campo traviesa con la llegada del agua domiciliaria, con una llave en el patio hace desaparecer la noria con el tiempo transformada en water. Se acabó el primero que estaba en la orilla norte, al fondo del patio, este de madera, con un segundo cajón pequeño, para los niños, si para los niños no lo necesité nací hombre. Si, la noria se convirtió en water, pero este era elegante, sólidamente construido, de ladrillo parado, en el piso una loza y por taza un envudo de cemento, con un orificio al fondo de promedio tres pulgadas, el afinado ahí no mas, en la parte posterior siempre un ilillo de mierda. Colgada del techo una manguera y feroz ducha, con una porción de Rinso para quitar sombras al cuerpo y darle brillo al pelo, y después entregarse a la peor de las torturas, el corte, con el estilista del momento mi padre. Con el tiempo y como cualquier adolescente, descubría mi cuerpo, mi primer placer, creí morir, no tenia idea, había escuchado los hombres se pajean! Cuantas veces me manosee, y un día me salió una materia, ¿qué era eso?, ¿Me enferme?¡ Que cresta! ¿Será pus? ¡Mierda fue mi primer consuelo!... mis hijos, pienso otra abra sido su experiencia, nadie esta preparado para ello, aun así llegado el momento algo les había hablado. Hubo un water más, yo hice el hoyo, hoy se insinúa tras la ventana izquierda del taller bajo un banco con el tiempo a sido tapiado de basura, centímetro a centímetro le fui dando profundidad, la tosca la pase a cincel y combo, más abajo tierra blanca, blanda que es un gusto palearla, no necesita chuzo, estimo el 68 y llega el alcantarillado, infinidad de hoyos y túneles surcan la población, compinche de secretos amoríos juveniles, me contaron, yo tuve otra experiencia, transitaba en bicicleta me observaban unas damas amigas de reirse en la fila y me saque cresta y media al cruzarse un niño intente frenar las ruedas resbalaron sobre la tierra suelta y se rompió el manubrio y quede todo pelào, tomé la chancha y piolita a la casa mientras ellas reían
Tras la casa, donde hubo un gallinero del que se extrajo unas gallinas para departir en días de juerga, en ausencia de mi madre. Se instala el primer taller, pino de media conforman una estructura de unos doce metros cuadrados, frente a mi pequeñez era inmenso, en su interior dos maquinas, traídas en carretilla, una guincha que aún se conserva y un serrucho multi-uso ambas maquinas al son de un mismo motor, bendito motor, cuantas veces lo desarme al igual que esos ejes para limpiar y engrasar, cuando se cambio algún rodamiento, a pesar de que eran hechizas ingenio de mi tata, por esos años se hacia mantención. De gran importancia estas maquinas, como para fabricar juguetes, de esos que mi taita le hizo al pascuero donde Osses, un caballito para Víctor y un velos patín para marito.
En un principio era restauración, mandantes, Don Carlos Flech, David Herman y, Don Ricardo, amante de los caballos, más un gran hombre, gestor de la chequera que levanto el taller, proveedor de los vidrios para la vitrina de pasteles en llo-lleo él traía esas cómoda, Víctor bien debe recordar, las hacíamos juntos, los dos en un mismo mueble, esas cómodas nos superaban en estatura, cuando cortábamos la primera barra el serrucho apuntaba al cielo y el aserrín volaba hacia los ojos, la achicábamos, reponíamos las correderas, a escuadra como corresponde a un mueble fino, reducíamos los cajones, hasta ahí nuestro trabajo, ¡no éramos maestro!, otro se llevaría los honores ¡cresta! ¿Cuántas veces?, quise terminar una, mientras rumiaba mi amargura mi padre tuvo la propia, al momento en que la perra mordió a la mujer de don Carlos. Después con los años Víctor era restaurador, me saco el sombrero, pegaba sillones, como detallar, imposibles, una prensa sobre otra, si no se veía el sillón lo hacia, desafío a cualquiera, un medallón de jacarandá y ¡como nuevo!.
El taller marca la independencia, hubo un antes, la plata llego de afuera, junto con la plata unas huinchas plásticas como cinturón de milico, ¡cresta la roncha dolorosa!.
Llegan los primeros maestros, por aviso en el Mercurio, de aquellos el único que llego a los tiempos de Miguel es Daniel, nuevos clientes, Flavio V, Mario Valle, llegó este, un día a la reja de madera de esos tiempos, lo atiende Miguel, mientras mi padre pregunta ¿quién es?, Miguel responde “el cola” era solo un niño que repetía lo que había escuchado en su casa.
El abuelo Arturo trae una idea, que mi padre le fabrique unas tablillas para pulir botones, que llevaría al regimiento de Tejas Verdes, consistía en una tablilla con una perforación tamaño del botón una ranura para deslizar y juntar la totalidad de los botones de la prenda para luego pasar sobre ellos una escobilla y dejarlos relucientes.
Hay momentos que marcan a fuego, como cuando mama fue a parir y alguien se había bebido el dinero y no falto en un dos por tres, una mesa de alas, el sueño de un niño bajo la mesa, mientras el padre terminaba y, a ver a la vieja, llevando tela para hacer borde a pañales y mantillas, los pañales se hacían. O cuando partió luchito, la culpa me corroía, jugando a caballitos, el chiquillo se me había caído y en mi infantil pensamiento, me culpaba, paso lo peor. Cuanto dolor pà la muchacha, que perdía a su hijo. No había plata, tío Hernán rechaza la caja del seguro, el se puso y mi hermano tubo una caja de mercado.
Yo te amo y te recuerdo hermano, tuviste un percance al nacer, las enfermeras té habían cambiado, pero tu presencia se imponía y fue fácil para nuestra madre reclamarte. Tu prematura partida el 57 y yo te recuerdo, como esos días que vencida tu tumba, recorrías mis sueños, llamando a mi corazón, noche a noche, hasta avisar a mi madre y darse cuenta ella, de los documentos vencidos, poniendo a resguardo tu descanso. Solo tu cuerpo yace, lo que volverá a ser polvo, pero tu, tu no estas ahí, tu alma ha vuelto al creador.
Plata, plata, el vil money, al hombre le gustaba el trago, luego la plata no sobraba, se marco el paso, mientras hubo trago, como esas cervezas de madrugada, destapadas en el larguero del catre, buen síntoma esas cervezas, marcaban el fin del trago, ya se había empeñado la galopa, era el recurso para comenzar de nuevo. Estos son tiempos vitales desconocidos para los menores, no así para los de afuera del grupo intimo, aquí aflora “mujer” que empujo a su hombre en el progreso familiar. Son las mismas cervezas destapadas en los tablones de las graderías del cine ellas relucían junto al cocavi de huevos duros y pan para la prole, en uno de estos paseos el abuelo Arturo me regalo una pluma fuente “mágica” yo debía ponerla dentro del cuaderno, y se harían sola las tareas. Ese viaje lo hicimos en tranvía, no recuerdo otro viaje en esos carros desaparecieron muy pronto. Como nuestro short, cuando éramos los tarsanes de la cuadra y solo vestíamos un short y a pata pelá y los clavos desgarraban las plantas, un grito y el apretón de mi mama, había que colorear, hasta entonces el apretón, sangre fría la hembra, tijeras le metió al Víctor en un pié, cuando jugando una plancha aplastó sus dedos.
Y la temporera, la haré corta, las chacras producen escozor, que esa plata sirvió, no sirvió, da lo mismo, sucedió. El sol estaba ahí, los sacos harineros se llenaban de porotos, apretados y hasta con moño, pero el huaso lo apretaba y los dejaba medios y volver a llenar. Y el ají humedecía los ojos. Dale que dale, volver a llenar, el único escape al sol, el agua de las acequias, el Víctor, un chicoco que dormitaba la mayor parte del tiempo, como esa vez que una vaca lengüeteo sus costillas y despertó de sobresalto. El día es largo caluroso, las piernas erectas, el dorso horizontal, con las manos arrebatando el fruto de la tierra, más difícil volver, como linyeras, generoso los huasos, pesada la carga, pero que importa alcanza para todo, además de la propia olla, hasta para vender.
Iniciaba el sexto preparatoria, y un amigo de los mostos, conocido de mi padre le hizo ver mis capacidades y la oportunidad de iniciar mis estudios secundarios en un instituto comercial. Se adultero lo necesario, y seria un flamante muchacho, tecleando mis primeras letras asdfg ñlkjh, iniciando estudios de contabilidad. Error grave, la inmadurez, el vacío de conocimientos, el descarrilamiento de mis propias conductas, dan fatídicos resultados, a pesar de profesores particulares puestos por los apoderados liderados por mi padre. Él me da un formal ultimátum, o estudio o me quedo en el taller, no volvería a fallar, y a él nunca más le costarían mis estudios. Son tiempos en que he descubierto un mundo, se ha cortado el cordón, soy un experto jugador de dados, póquer, actividades que financian mi vida de entonces, a excepción de la vez que lo perdí todo incluido mi dinero de locomoción, mi madre me delata y mi cabeza es estrellada con el canto de una cómoda, tras el golpe en revés de su mano, se parte una ceja, y don domingo me lleva de urgencia a la posta 3 en su motoneta, me abrasaba fuertemente a su tronco mientras recibía las instrucciones para no delatar lo acontecido, unos puntos y de regreso a las correrías. En este establecimiento las experiencias se multiplican junto con hablar ingles ya dominar el teclado, el corazón palpita con mas fuerza con las niñas nos arrancamos a la quinta y tantas locuras como el taca-taca, pulinas pool. Camino a estas fechorías, comentarios de sexo serian habituales, uno me enseña hoy lo neófito de los niños, la necesidad que tienen de acercarse a sus padres y no hablar porradas, sucedió que un niño entre los comentarios afirma “a mi primera relación amorosa la afortunada quedara embarazada” curiosos los demás, asombrado yo, y continuo “conservo el quesillo que se me produce en la cabeza por debajo del glande”, los demás le avivan la cueca mi preocupación mayúscula no tenia quesillo. Desafortunada ignorancia juvenil, a mis hijos mis experiencias, total y absoluta, sin tabúes.

Mi madre siempre recordó la ocasión en que fuimos sorprendidos por el director jugando póquer con una rapidez increíble las cartas fueron a parar a mis bolsillos, él las pidió, una y otra vez nos hicimos los desentendidos, nos reviso y no las encontró, con una sentencia final, las cartas o el grupo suspendido y volver con el apoderado, cual no seria el asombro de ese profesor, cuando extraje los naipes de mi pantalón, él me había revisado, pero la profundidad de mis bolsillos evito el tacto del profesor, con una risotada general. Esos bolsillos eran el orgullo de mi madre, eran su creación, ella me hacia la ropa, una prenda amé mas que ninguna, un tres/cuarto (chaqueton) con botones de palitos en forma de barril, o los chalecos tejidos con pecheras de cuero, una modista en la casa siempre con novedades para lucir la pinta. Un colegio bien especial, al ser particular, era necesario dar exámenes ante profesores fiscales al finalizar el año, esas exigencias nos sobrepusieren a los hechos de falta de clases. Me convierto en un experto en suplantación para exámenes, un hecho especial, debió ser cerca del 65 mi papa y Víctor me interrogan, parecen gestapo, uno tras otro me confunden, no sé lo que respondo, Víctor lloriquea los improperios acarician mi alma. Nunca fui bueno en historia y la inquisición me perturba, aún así vencí, no pase el interrogatorio, mas pasado unos días, Víctor confirma mis aciertos en su colegio, y él podía volver, lo suplante en los exámenes de admisión, para mí era cotidiano, lo hice muchas veces en mi colegio, con esa experiencia, lo sugerí en casa cuando Víctor tubo problemas en el Inco 2.
De hecho el taller marco un antes y un después pero aparte de la Independencia el alcohol permaneció en el hombre, a pesar de la excelencia de su trabajo la nula competencia, pasaban los años sin pena ni gloria, pero el alcohol no se ingiere en vano, solo hay que esperar y pasa la factura, ese día llegó, las molestias conducen al doctor, este da él diagnostico “pánico” ¿cuál seria la cara de mi taita? ¿te vas a poner a llorar h…?. Pero ella lo salva, todo por cedazo, sus manos a la hora de comer, como las de un doctor, una acépsia total, apuntando al cielo y, un…¡Estoy listo!, En la casa no vuela una mosca, o nos tiran las mechas.
¿Qué importa? ¡ Muere la flor, al parir su fruto!. El taller no es de madera, son dos piezas de ladrillo, al fondo, escuchamos el llanero solitario, el Daniel cuenta cuentos, Miguel y Lucho están sobre el banco, no se como este hombre saca su pega, bla, bla, bla, el horario aún es largo, mi papa esta acostado, no es el de antes, pero se repondrá, la comida sana, el tambor de agua caliente un fuego dentro de la pieza, al lado de la puerta de los abstractos, el tambor subía su temperatura, y a él le bajaba los nervios, trabajado el tambor si hasta los piuyes quitó, la ropa se hervía y el mal nunca volvió
Mi madre hace su aporte, hace los cambios de cheques, cuando quisieron contarle el cuento, con un turro de billetes, y cuando ponía los avisos en el Mercurio en la calle compañía, ir a la feria era un mérito, no había carritos, se requerían gran cantidad de verduras, frutas, para el grupo familiar, en especial para la enfermedad de mi taita, él bebía zumo, que se obtenía con unas zanahorias rayadas, apio etc., puestas en un paño luego exprimir y servir, luego la pulpa sin el jugo servia como golosina para los niños. Entonces las verduras y frutas por cantidades, todo a un saco harinero, por sobre el hombro, y que nadie se haga ¡el pelota!, Mi madre cargo verduras sobre el hombro, aún en la feria de las torres y eso es bien avanzado el tiempo, pues antes la feria estaba en los clarines.


El hombre se está reponiendo, el alcohol se acabó, no volverá a beber por muchos años, ahora, el ñeque de su mujer, su propio esfuerzo, el de sus hijos, bajos sueldos, una nueva administración y el progreso esta aquí, es más, suben mis notas, el hombre ya no estará ebrio cuando vuelva de clases, no habrá ya más engaños de antes, al recibir mi libreta algo marxista, yo rogaba, ojalá esté curao y ya. Se acaba el fliper el pool, las visitas a la quinta, como ese día cuando mi mama desde el micro alcanza a verme, bajó, y de una oreja me llevo al colegio, iba en el airesito, semejaba un bailarín de ballet.
Las mesitas en bicicleta, son del pasado, lo mismo que la madera comprada en Balmaceda, trozada con serrucho de mano, para transportar, aunque los primeros tablones, aparte de trozarlos se hacían tablas a puro pulso, los muebles se entregan en carretela, esas de la rueda alta con un aro metálico en el borde, son las ultimas incursiones a caballo en el centro.
Las calzadas no son de adoquín como la del abuelo coreo. El cemento cubre las líneas de los tranvías, los coches motorizados y la necesaria ley de transito, impiden el ingreso de animales de tiro a la zona urbana, es el progreso que llega y la mejor vida de la familia permite la llegada de un vehículo propio, un auto ford 46 convertido en camioneta, le pusimos Iris.
Un único percance para el taller, los veranos son de pésimos ingresos Estos son tiempos vitales, desconocidos para los menores, no así para los de afuera del grupo intimo, aquí aflora la MUJER que empuja a su hombre en el progreso familiar. Todos la vieron amasar claro, eso ya era la recta final, la flor, ya se abría. Se descrismo amasando, ¿quien la ayudo? ¿quien se levanto a las cuatro de la madrugada?, ¡Solo para acompañarla! ¿? Teresa, cuando ella compartió con nosotros, si se levanto para ayudar. Víctor se bebía los néctar, estos casi no se vendían y los reponíamos por cajas, mi taita arreglaba y contaba los billetes y los volvía a contar, Además de realizar las compras de mercaderías en Santiago, como ese día que acompañado de Miguel les robaron un saco de Azúcar. Miguel iba a la pastelería (sta. Elena) también vendió pan, pero la plata era de él, pues él lo había vendido, Lucho bajó el pan con los codos apena alcanzaba el mesón. y esto, es la gloria, el camino pesado a quedado atrás, de esa primera vez, cuando trabajamos un verano y se compró llo-lleo, las ventas del verano, una radio a pilas, una deuda y listo, propietarios en la costa, aunque el dueño nunca supo que sacamos el “se vende”, instalado en la reja. ¿Cómo llegamos allá?. El abuelo Arturo, se las rebuscaba por aquellos lados. Un verano ayudé al abuelo, luego el se traslado a Barrancas y nosotros ocupamos su lugar en la playa, como yo lo veo un gesto de padre. El primer pan se compro, faltaron panaderos para surtir las ventas. Mi padre se da cuenta de la solución, está dentro de su casa, mi mama, reemplaza todos los panaderos y amasa todo lo necesario, a cambio de sus primeros síntomas cardiacos, fantasma que seguiría a mi padre por muchos años y por último se hizo realidad.
Pero antes, también hubo masas, cuando éramos los tarzanes de la cuadra, cresta en comer pan, cada hornada calientito me lo engullía luego venia otro y... mientras tanto ella en su horno de tarro, dale que dale, yo he horneado a leña y para quitar esa lata con su fogata pido ayuda, es claro no soy Berta Romero.
No tengo su garra su corazón, eso, corazón… lo necesario para atender al volado que le partieron la cara con una piedra en una riña de llo-lleo, su bondad al entregar las monedas, logrando sin saber protección para la casa, que no han tocado delincuente aún hoy.
Son los 60 la radio gianini pasa al taller, en casa llego un mueble de radio con tocadiscos amplificación, se escucha de la esquina y no distorsiona el sonido, se coleccionan discos 78, solo una muestra del bienestar llegan otras propiedades el taller en el futuro pasará al lado ahora si es grande, el anterior pasan a ser las piezas del fondo, de los hijos, donde Miguel quiso cazar ratones con un cuchillo, los muros eran de pandereta cubiertas con decomural acartonado, los animalejos se paseaban entre muro y cartón, y Miguel dele cuchilladas. son las piezas de sus sueños, él sería marino, se presento más de una ves y fracaso, como la ves que lo llamaron al servicio, su rostro pletórico de una corta alegría, su mundo se derrumbo el día que vistió el glorioso uniforme, su carta todo un lamento y un ¡sáquenme de aquí!
Es el tiempo de las primeras promesas, somos una familia si empujamos todos al mismo tiempo del carro nos ira bien, no habrá tropiezos para ninguno se nos asegura la plata la salud casa etc. Aunque ínfimos los primeros sueldos, con el tiempo llegué a ganar buen dinero, aún conservo el techo. La previsión voló el día que deje el taller junto con las promesas, me trajeron para controlar las perdidas, termine sin control sin previsión y sin trabajo, con una familia a cuestas y la necesidad de demandar, por lo menos lo justo para partir de nuevo. Atrás quedan mas de treinta años de entrega y renuncias como cuando deje mi puesto en el Banco Israelita quizás por estos días estaría jubilando y no cesante sin previsión. Dios no permita les falte a los míos de tal manera. Por supuesto la contraparte opina diferente, su versión, su corazón esta lleno de maldad, ¿maldad? Nada más ajeno a mi ser, a pesar de conocer la maldad como el día que mi madre me envío a unas onces para la fundación de un club del barrio, mi rostro palpitó por horas tras la marca de unos dedos al cruzar el humbral de la puerta, ó las veces que intentamos ser niños tras un volantín en su ausencia, por supuesto jamas desaparecerá la cicatriz de mi ceja, por intentar multiplicar mi plata en el juego. mi temple, de un arduo crisol, de increíbles ocasiones,
No asilo la maldad, en mi corazón no hay refugio para tal sentimiento y, si es bueno acotarlo lo que me hará mejor padre mejor hombre.
Ella es feliz su casa crece, justifica el trabajo de sus hijos en el taller, enfrenta a la señora Isolina que hablaba de denuncia por explotación de menores, con los años se sintió defraudada pero en ese entonces apoyaba y participaba conjuntamente del esfuerzo laboral. Fue un mal necesario, yo lo justifico, aún hoy pasado los años y desde afuera, ella cambia, no lo consideró justo, cuando se desgrano el choclo. En ese momento amó su hogar, y empujo y empujo, sin descuidarnos atenta a lo colegios, siempre nos pillo en algo, así como me levanto de una oreja cuando me pillo fuera del colegio, a Víctor le saco cresta y media, cuando fue suspendido, y asistió regularmente al colegio, pero sin ingresar y, debía volver con el apoderado terminada la suspención, huuu, llegó a casa tomo a Víctor, una correa de máquina, lo puso de guata en el motor y 1 y 2 y 3 no se cuantos golpes, pero no creo Víctor tuviera nada que ocultar en el futuro. y Miguel, mucho después para la UP el lindo sobre el techo del colegio, se lo habían tomado y él era un revolucionario dc con su ninchacu al sinto, entre muchos jóvenes idealistas ella lo vio una seña y a casa.
Y pato, muy capaz, esforzado, como logró su meta, no por sus hermanos mayores, no por su padre, que por esos días causaría su mayor dolor y alejamiento, ella le dio aliento y lo que fuere necesario. Conozco tu dolor hermano, hoy escudriño tu refugio de entonces.

Terminada la UP, mismo día 11, si alguien quiere saber de valor, solo debe recordar ese día, fuimos asaltados, por jóvenes idealistas, revolucionarios, que se yo venían armados ¿y que?, Uno gritaba dispara, dispara. La pistola puesta a la altura del ombligo mi mama, ¡ni ahí! Jamás soltó la puerta, y ellos optaron por huir. Se evito una desgracia, Miguel esperaba tras la puerta, pronto a someter a quien lograra franquear el umbral.
Unidad Popular (UP) ¿qué pudo tener de unidad? Si su máxima autoridad pensaba una cosa, los termocefalos que lo seguían pensaban otra y las base esperaban otra. Esas bases compuestas por un pueblo esperanzado, llamado a tomarse las fabricas, el campo, nadie pensaba trabajar, pues el compañero presidente, tenia una varita mágica con la que todos progresarían sin trabajar. Uno de estos casos fue Martonfi, una fabrica de muebles tomada por los trabajadores, el compañero presidente designo un interventor que se “robo” lo que pudo de la empresa, hasta sacarla a remate. Lotería, logramos rematar la tupi sin un eje además de unos bancos sin los tornillos de apriete, piezas que si llegaron a nuestro domicilio en forma mágica como todo sucedía en ese tiempo, los trabajadores se las habían robado y de alguna manera consiguieron nuestro domicilio y nos trajeron las piezas faltantes. Como la base de esmeril que sacamos a escondidas.
Esto es lo normal en esos tiempos, otro ejemplo es lo que sucedía con las mercaderías llegadas a los “conci” supermercados habituales en las poblaciones administrados por gente de la UP
Lo clásico era como ese día cuando llegó “aceite” al Conci de los copihues hoy restaurante nenita, la voz se corrió todos fuimos a formarnos en la cola, el aceite llega por tambores, más como era la norma había que racionarlo ½ litro por cabeza, entramos a comprar no más de una cincuentena y el estoc se acabo, asombrosamente
En el supuesto de 50 personas a ½ por cabeza no alcanza a 25 litros, llegaron tambores y no había más ¿y el resto?, Un escándalo más lo normal las mercaderías desaparecían, pero después por la puerta chica había mercaderías a precio de “mercado negro” .
Otro momento fue cuando aparecía yo como casado en la carnicería de don Ricardo, pero yo hice prevalecer mis ideas nacionalistas ese día que hice cola desde las tres de la mañana pues llegaría carne, y por la mañana rebisaban las tarjetas de racionamiento y no dejaban entrar sin ella, los lindos querían dejarme sin carne, eso, “querían”, compré y, al salir abrí el paquete y le di una sabrosa mascada delante de ellos a manera de burla.
Se trajeron papas directo del sur, mi taita igual consiguió harina para el pan, incluso producto de esas mercaderías fuimos allanados por carabineros, después del once producto de una denuncia de vecino, yo los cacho, más no hay rencor, mi taita y Lucho a la pared de enfrente, mi mama en el dormitorio, yo en el baño, todos a punta de metralleta y ninguno desapareció. Por que la gente bien no desaparece. A pesar de que tuve la suerte de no tener percance alguno en esos conflictivos mil días de la UP. participando en Patria y Libertad, además de firmar la solicitud en la casa central de la UC para que el presidente dejara el poder. Como militante de Patria y Libertad variada son mis acciones principalmente en marchas de gremios, sembrar miguelitos en la zona poniente de stgo. Dentro de la U de Chile, mi universidad, solo éramos tres compatriotas, tres viriles hampones de los murales marxistas dentro de la U, hasta el día en que pillaron a uno y murió en la ley, lo golpearon hasta matarlo y no hablo.
Y la llegada de los mineros a la UC: ese día nuestra marcha fue triunfal, la concentración toda se habría en dos y en un cerrado aplauso cruzamos nosotros el Frente Nacionalista, Patria y Libertad, terminada la marcha, tanto corazón pusimos que los pies palpitaban por el esfuerzo muchos se sentaron y las mujeres de los mineros que recién nos aplaudían ahora mandaban “arriba chiquillos de mierda, esto no ha terminado”. Se equivoco la dama, solo restan horas y será fin del gobierno marxista, mi taita Independiente tubo ese último año destacada participación en el SIDUCAM dirigido por Lanzarini un DC valioso, sus costillas agredidas por el director general de investigaciones de la época Coco Paredes, este sindicato era vital en los movimientos de la época hubo un momento en que se dividió y algunos dirigente se fueron de cabeza en apoyo de los marxista, pretendiendo así dividir a los camioneros, Lanzarini soporto, casi lo mataron a golpes y el, firme.
Los errores marxistas, el valor de este pueblo nuestro, trajeron un nuevo invitado a la moneda, nuestro Capitán General, los políticos de entonces cuasi los mismos de hoy tiran sus disfraces, entre ellos Frey padre, Aylwin, que se vestía de mujer, para sus reuniones clandestinas, como pirañas llegaron a la moneda a ofrecer sus servicios, lo que los militares necesitaran pues ellos pensaron que les entregarían el gobierno en bandeja de plata en menos de un año.
La universidad toda ya no es la misma, se acaban los estudiantes profesionales, estos eran alumnos que asistían solo como activista, no les interesaba aprobar cursos, pues les pagaban por permanecer en la universidad y revolverlo todo. Ya no es lo mismo, y el que no permanece en clases, se va, como me sucedió a mí, había firmado un compromiso de aprobar los ramos tomados, y de tener una asistencia mínima, a la que falte, y tuve que retirarme.
Mi madre y sus gracias, ya hago cosas de hombre, ella esta ahí, siempre al detalle, descubre unos giros de mi libreta faltaba un dineral, penso que me estaban sacando la plata a cambio de sexo, no era eso pero no estaba lejos, nada la detuvo, me acuso a mi taita mientras yo daba explicaciones, ella, tenia la escoba donde la Maritza. Por esos días cometía un error, propio de juventud, realice fuertes gastos de dinero para un aborto, y cuando ya no lo intente, la perdida se produjo sola. La perdida se produjo, es cierto, pero yo lo intente, error, no debí hacerlo, mi educación debió ser mas que mis temores, un aborto es un crimen:
Tipos de aborto,
Sonda, goma introducida en el útero atada a un paño para que no se vaya hacia el interior, según las comadronas, esta goma al caminar la mujer la sonda golpea y golpea la cabeza del niño asta producir la muerte, “cuento para ignorantes” la verdad es que al permanecer la sonda en el interior, sucede que el cuerpo se defiende del cuerpo extraño y expulsa todo lo que contiene el útero en forma de defensa, produciendo el aborto.
Perejil la mujer toma una rama de perejil, poniéndolo en forma de apósito intentando un poco introducirlo en la vagina, el cuento consiste en que el perejil produce una toxina que es la que mata el feto, produciendo el aborto, el drama es que como toxina si se produce el aborto por consecuencia de un envenenamiento de la sangre que en el mayor de los casos no solo se lleva el feto, también se va la madre
Palillo, la comadrona introduce un palillo por la vagina asta llegar al útero matando el feto por perforación de su cuerpo, cualquier texto básico de la anatomía de la mujer, nos muestra en sus laminas que, para llegar al útero desde la vagina solo es posible perforando la vagina y luego el útero, lo que produce una infección que lleva a la muerte de no recibir asistencia inmediata.
Inyección, es el caso que más se da, y es tragicómico, puesto que este sistema consiste en una inyección de progesterona, en castellano, es un golpe vitamínico, donde ocasionalmente tenemos un aborto por intoxicación ó, en la mayoría de los casos no sucede nada, aparentemente, pasan los días y la mamita piensa no pasa nà, y no pasara nada, haga lo que haga, aunque se vuelva a inyectar, no pasará nada, puesto que con la primera inyección el niño se fortaleció, estará aferrado con dientes y muelas y jamas bajará.
Otros, si tenemos un abanico más de posibilidades, pero siempre será un crimen matar un niño, no importa la edad del feto es un niño y en la mayoría de los casos se llevara a su madre.
No más explicaciones, el condoro ya está, solo resta apechugar, agarro mis pilchas, mis pesas, y cinco lucas que me dio mi taita, cargamos un triciclo y nos vamos donde los abuelos de la Maritza. Tres meses duramos en ese domicilio, volvemos cada uno a su casa, luego de 15 días nos juntamos para vivir en un par de piezas que había en el 964. Muy poco estuvimos aquí, para irnos al domicilio definitivo.
Domicilio, que me daba la libertad de mis propias decisiones, como ese 11 de septiembre donde mis sentimientos nacionalistas me llevan a izar mi bandera a petición del Capitán General, mi padre atónito me hizo ver los inconvenientes de mi medida, pero mi lealtad incondicional, de un juramento a todo trance, llevan a flamear desde mi hogar mi símbolo patrio. En honor a la verdad el tiempo pasa y mi casa esta marcada, acontecen variados sucesos, fui apedreado, intentaron quemar la casa el 82 y en uno de mis enfrentamientos con los termocefalos, Miguel, me entrego su apoyo y arriesgo su cuero por mí esa tarde.
En mi primer domicilio época de la primera fractura en las piernas de mi madre, en el hospital del salvador, al bajar de la camioneta con Arturo en brazos se le doblan las piernas producto de una esteoporosis ya avanzada. Reposo absoluto, ella hace cama por mucho tiempo, mientras Maritza se hace cargo de la casa, uno de esos días dormitaba, mientras Arturo que ya caminaba apoyado, tomo planta por planta arrancada de los maceteros y apoyándose en las camas puso todas las plantas sobre ella hasta que despertó en un solo grito, ¡maaaaany!, Mira esta caga.
Esa fractura se repetirá más de una vez, nada la amilana, ahora sus búsquedas son en la feria, en sus brazos una carga infernal, una guincha de mimbre se incrustará en su carne deteniendo la circulación, obstruyendo sus venas, una situación difícil de explicar hay que vivirla, en casa nadie sabe de ese dolor, de ahí la despreocupación de los demás, ya no son niños, los hechos saltan a la vista y no se impide ¡cobardes! Todos fuimos cobardes, sometidos, en casa ya no había necesidad, ¿por qué su esfuerzo? ¿Por qué?, Si la hernia va a la rastra ¿por qué?, Si todos ganan su plata, por que ella debe siempre ayudar, quizás por que los maestros ganan poco y nosotros menos aún que ellos. Es cierto que finalmente todos ganamos más que los maestros, pero no siempre fue así, tenía yo más de treinta años y para ganar más debía tornear, tornear hasta la media noche, luego cuando inicie los tratos si gané, pero siempre fue mucho, no importa cuanto se produjera, siempre el dinero fue mucho.
La fractura, vuelve, sus huesos, mordisco a mordisco, los fuimos perforando, no así el taller, mano de obra barata, poca competencia, lo fortalecen, se acumulan riquezas, de una u otra forma llegan vehículos varios, el bienestar a todos alcanza menos a ella que arrastra sus chalupas de trapo, con su extremo reventado mostrando la desnudes de su dedo, golpea puertas en la salud estatal. Parias indolentes, a cada cual su cuenta, sin juzgar, no es mía la vara, bajo hoy la servís por lo que me toca. La experiencia final no acontece frente al hombre, entienda, quien así lo quiera.
El mismo taller que desnudamos cada vez que su descendencia contrajo nupcias, como el día que fui vergüenza de mis pares, entonces pretendían ocultarme y mi garganta exhalaba un ¡no estoy curao! Largos días de cansancio, expiraron en la alegre copa de furtivos recuerdos, la recepción sería en el comedor, entre la multitud me perdí, mas al regreso, en una medida desesperada mi taita, a todos, les da paso, desocupando el comedor, siendo su único ocupante a mi regreso, la mano que aprieta, luego unas copas para el relax y acumular valor.
Ella luce, un pelo corto, y dos brotes brillantes, relucía su faz. Por costumbre natural, esos inmensos aros rojos me descolocan, pero por sus hijos ella improvisa, luciendo diferente, pero siempre agitada, mientras los demás disfrutan, cumple su papel de sirvienta sin sueldo, si, sirvienta sin sueldo, ó ¿no merecía ella compartir la mesa?.
Solo detalles, ella es feliz, aunque no le gustaba la arena en las piernas, si en las piernas, ella también veranea, disfruto del sol, nos vio correr por la playa mi taita intentaba una pichangas no las disfruté, crecí apático, no así el cine, la felicidad de la familia, el cine al termino de temporada el zapateo de los tablones, al corte de la película o esas que vimos junto a la puerta de escape, a causa de los temblores y hubo más cine, años antes para mi infancia son los años de los tranvías una bolsa de cocavi y al cine, dos cosas infaltables huevos duros y cervezas que mi taita destapaba en los tablones de los asientos y a disfrutar el cine mexicano. Cine, cine el bendito cine, del disfrute familiar, cine y arena, arena que descrismo mis pies y piernas, las zapatillas llenas de arena y no podía sacarlas, mi publico no podía verme en ese trance. Eran los últimos días de verano, el negocio terminaba, ya volveríamos a Santiago.
Volver a Santiago, el infierno en la tierra, el aroma de los pinos el aire fresco de la playa sé hecha de menos al volver a casa, al bajar del vehículo las paredes irradian el calor que abraza, sofoca, como ese día que volvimos en una cacharra de esas que hoy habría en un museo, el chofer fue uno de los primeros desertores de llo-lleo, con los años todo el mundo fue desapareciendo, luego el terremoto del 85 da la estocada mortífera, ahora son las casas las que desaparecen, como perros mordisco a mordisco, ladrillo a ladrillo todo desaparece. Llo-lleo no será más, la casa queda ahí presta a sucumbir, nadie ira más, solo los míos disfrutan la muestra lastimera de un pasado de esfuerzo y agrestes cadenas. Esa impronta, mi taita con el tiempo la trae a casa, es verdad que todo esta ahí, pero ya nada es, el taller creció a tal punto que mi taita pierde el control, se producen variadas perdidas, y el impávido, no se que agua bebió, a tal punto que se daba cuenta, pero no podía hacer nada, lo intento al traerme y hacer un solo taller, sugiero documentar todo, dicen que no y el apuesta a perdedor y por vez primera dice “no se puede”. Mas de una vez recurrí a ese termino, y me lo quitaron a golpe, con un “todo es posible, solo la muerte no tiene solución”, y yo aprendí, todo es posible, es más, la muerte la he vencido, el día que nací en Cristo, me hice inmortal. Ese día que mi taita dice no se puede, pone la marca, ya no hay más, como en llo-lleo, solo que allá es visible, aquí la destrucción va por dentro y no cejará, solo a él corresponde ponerle coto, de él depende tomar la brida y llevar su casa, es como un capitán que navega por los mares, y se le ocurre bajar un bote y partir.
Hoy, cuando aún palpita en la retina, una partida, inesperada de quien amó tanto, entregó todo, ¿ a cambio de qué?... y ¿quien tiene derecho de cuestionar? Quizás el menos indicado ¡y no es modestia! Solo lo asumido y la fe, en un Dios grande, verdadero. Fui la cota primera, en todo tiempo y todo lugar, sus primeros desvelos, dolor en su carne, su gran dolor de alma, su hijo.
Cuándo parte un ser querido, ¡duele! Es la naturaleza del hombre ¡duele! Asta él mas duro se estremece, y.. Si quien parte es su madre, es como si los huesos se fueran con ella la carne pesa, se desmorona, sus hijos como pollitos vuelven al nido, acurrucados el uno con otro, si, asta hace frío y los demás, ¡los demás! Como gallinas escarban y escarban, en busca del preciado tesoro. Tu mente se niega, no esta pasando, pero si, pasa, a todos alcanza y me consta lo vi, lo sufrí, como el dinero que le pasé un día antes de enfermar, solo la tarde anterior y nadie hablo de ello, solo desapareció. Es como en las películas las comadronas acompañan el enfermo asta el minuto final luego desmantelan, arrasan todo en pro de preparativos superfluos, sistemáticos y por lo demás efímeros, desmantelan un hogar desoyendo la última voluntad de quien va a la presencia de su creador.
Todo es pasado, recuerdos, solo recuerdos, de un pasado hermoso, junto a ella, mi madre, el tiempo no existe, debo vivir hoy, saborear el momento, junto a los que están a mi lado, son mi prójimo, no existe adversario solo el prójimo, debo respetarlo, ¡no! No es suficiente, debo amarlo, después no existe, es tarde. Si eso es, y lo sabemos, todo el mundo lo sabe, todos lo hemos escuchado más de una vez, el egoísmo hace nido en el corazón, y lo aceptamos, los demás se equivocan, ¡nosotros no!, Después el dolor, ¿quien puede vivir con dolor? Amar al prójimo, una máxima, una regla de oro, no, no es suficiente, solo Cristianos, la escritura lo dice, como niños, un niño no guarda rencor, solo conoce el amor, debemos volver atrás a los brazos de la madre, ¿se le contradice?, ¿Le volvemos la espalda?. Solo se le ama. Si así fuera la vida, la felicidad nos embriagaría. El tiempo no existe, ahí está mi madre, bajo el pasto, en la obscura y fría fosa, la visitamos, besamos una piedra, la hermoseamos, pero ella no está, y ayer, ¿quien estuvo a su lado?, ¿Quién la escuchó? Lucho, Dios lo bendijo, a pesar que un día oprimió su cuello le causó dolor, Lalo y Sara participaron rescatándola, pero fue un momento, ínfimo al lado de caricias y besos que él le dio. Saboréalos Luchin, disfrútalos, son tuyos están ahí. Quien hoy se autoconvence, allá ellos, ó ellas, cada uno con su verdad, cada uno en la intimidad de mi madre hallará su amor ó consuelo. En mi corazón hay paz, me equivoqué, fácil es hoy decirlo, rechace a mi madre no sé cuantas veces, una tengo clara, escuchando a mi padre, pense y hable de brujerías, no debí juzgar, y no me da la paz mi corazón de cristiano, solo que ella, me hubiera aceptado de nuevo. En su corazón de madre, no existía rencor, solo amor, amor por su prójimo y en mi caso actúo por inmezurado amor a sus nietos, amor por el más débil. Ella como mi padre acumula riquezas, solo que era otro tipo de riquezas, riquezas intangibles de otro mundo, y como el corazón de la persona esta donde están sus riquezas, su corazón no era de este mundo. No la he llorado, aunque como hombre quise hacerlo, no me fue permitido. Sí la lloré viva, cuando oré por ella y se la entregue a Dios, ¿quien soy yo para juzgar los designios del señor. No la visite por su agonía, iba yo por un nieto, la vi dormida, su espíritu se iba con su aliento, lo buscaba, no era suficiente, ella partía, se lo dije a Maritza cuando pregunto por ella. No hubo palabras, mi rostro me delataba lleve mi mano al cuello y la deslice en forma horizontal, las ansias de mi madre por respirar yo las había visto antes en otro hospital, para mí era muy claro el final. Y partió, partió junto al creador, por que el señor busca almas buenas, y no permite se contaminen de pecado. No acepto el pesar ajeno, jamás lo he aceptado y el trance de mi madre ya lo había hablado, mucho antes, años antes, lo hice saber a mi núcleo más cercano, incluida Marite, sabia que haría y donde estaría. Yo no seria comparsa de ningún fingido dolor. Mi madre era mía, y con su entrega a Dios, mío mi duelo, lo último que me da mi madre, debo exprimirlo saborearlo, hasta el éxtasis, mi madre no ha partido, solo su cuerpo yace, ella está conmigo, con mis hijos, y con quien quiera aceptarla, ella hoy es amor, y el amor no se palpa, solo se siente
En mi piel caricias de hijos Un manifiesto abraso, palabras sollozante en busca de una lágrima que no está, ellos exprimen un cuerpo, más como esa lágrima ya no estoy ahí. Voy en pos de ella mi alma acaricia la suya mi embeleso, sublime, eterno al dintel de la morada, dolidos seres prontos a compartir su pesar buscan, buscan, no me alcanzaran No me conocen, no saben donde buscar, ávidos sus ojos, el oído presto, más no han abierto el corazón. Estoy ahí, junto a ella, una sola alma

No, no diré, te amo, Solo,

Por siempre.

Yhallo
Enero del 2000